La idea de colocar esas grandes macetas en casi todos los espacios exteriores aporta una sensación natural que favorece el relax de sus huéspedes. Si a esto añadimos las pequeñas piscinas, pero con un diseño muy actual, la estancia en sus zonas comunes o exteriores se nos hace deliciosa.
En este tipo de hoteles, con esa arquitectura y distribución tan bien aplicadas, nos resulta indiferente disfrutar de nuestra estancia en cualquiera de sus habitaciones y espacios. Estaremos muy relajados en sus terrazas abiertas y con suelos de madera, sus baños luminosos, amplios y con unas baldosas hidráulicas preciosas y qué decir de sus confortables habitaciones. Todo un placer para los sentidos, partiendo de una arquitectura aplicada al interiorismo con mucho estilo y acierto.