Qué son las calderas de condensación:
Este tipo de caldera recoge los gases calientes resultantes de la combustión y los condensa a través de un intercambiador de calor. Este absorbe el calor latente del vapor de agua en los humos de salida y, a continuación, lo utiliza para precalentar el agua fría que entra por el circuito de calefacción.
Gracias a este proceso, las calderas de condensación consiguen un ahorro de hasta el 30% en el consumo de gas y una menor emisión de elementos contaminantes, por lo que son más ecológicas que las calderas convencionales.
Funcionamiento:
Las calderas de condensación son estancas y tienen un funcionamiento similar a las de baja temperatura, la única diferencia es que aprovechan la energía que se desprende en los gases de escape. Son por ello las calderas más eficientes del mercado.
Existen dos sistemas: las que utilizan un intercambiador más grande o las que disponen de un intercambiador secundario. En ambos casos, los gases que expulsan por sus salidas de humo están a una temperatura mucho más baja que en las calderas convencionales.
Pueden regular la temperatura en relación a la demanda energética y son aptas para todo tipo de viviendas e incluso para sistemas centralizados en edificios. Se aconseja un sistema de emisores finales (suelo radiante o radiadores) con una mayor superficie de intercambio, dada la menor temperatura del agua preparada por estas calderas.
Rendimiento:
Aunque resulte inverosímil, el rendimiento de las calderas de condensación puede llegar al 109%, una cifra muy superior al 80% que ofrecen las calderas convencionales.
También se denominan calderas de alta eficiencia y van etiquetadas con las siglas HE, porque recuperan y reutilizan parte de la energía que de otro modo se perdería. Otra forma de identificarlas es con la calificación A, siendo la B la correspondiente a las calderas estándar.
Seguridad:
Estas calderas incorporan los sistemas de seguridad habituales (presión, presencia de llama, sobretemperatura, etc.) y además incluyen otros dispositivos relacionados con la evacuación de humos. Por ejemplo, un termostato que bloquea la caldera si la temperatura de la chimenea supera un determinado límite.
También suelen incorporar sensores de nivel para los gases condensados, a fin de evitar una posible obstrucción en la salida de humos que pudiesen afectar a la combustión. Dichos sensores bloquean la caldera si se supera un determinado nivel.
Conclusiones:
– Las calderas de condensación están indicadas para todo tipo de instalaciones, tanto para agua caliente sanitaria como para calefacción.
– En cuanto al montaje y mantenimiento son similares a los del resto de calderas
– Son idóneas para las instalaciones de suelo radiante, ya que al funcionar a baja temperatura se conseguirá el máximo rendimiento.
– Aunque son más caras que las estándar, la diferencia de precio se amortiza en poco tiempo con el ahorro de consumo.
– No necesitan mucho mantenimiento y algunas son autolimpiables, aunque es obligatoria una revisión anual.