A medida que se aproxima el otoño y empiezan a reducirse las horas de luz del día, me entran unas ganas enormes de aferrarme a todo lo que se asocie al verano: descanso, sol, paseos por la playa o el campo, siesta, trasnochar, cálidas temperaturas… Hasta ahora solo puedo conservar los paseos gracias a mi perro y las cálidas temperaturas gracias a que vivo frente al Mediterráneo y estas se mantienen, quiera yo o no quiera, por más tiempo que en otros lugares. El resto de elementos solo los puedo reservar para los fines de semana, muy a mi pesar.
Teniendo en cuenta todo esto,¿se me puede considerar una persona afortunada? Creo que sí, la verdad. Y para serlo un poquito más, solo me faltaría disfrutar con cierta asiduidad de una residencia como esta: “Casa do barco”. Coincidiréis conmigo, cuando la veáis, en que incluso el nombre es tentador e invita a hacer las maletas rápidamente y salir corriendo a instalarse en ella como si ese barco fuera a zarpar en cualquier momento con rumbo desconocido a merced de las corrientes y las olas.
Esta magnífica vivienda está ubicada en Sao Martinho do Porto, provincia de Leiria, en Portugal.
La responsable de esta maravilla es ni más ni menos que la decoradora de interiores Vera Lachi. Sus trabajos son fácilmente reconocibles porque todos poseen su sello personal: la utilización de materiales naturales y elementos portugueses en la decoración.
Tal vez algunos consideren un tanto austero su estilo e incluso podrían tacharlo de minimalista, pero lo que es indiscutible para partidarios y detractores de este tipo de decoración es que resulta muy cálido.
El empleo generalizado de la madera en toda la casa, tanto en techos, como en paredes y mobiliario, además de otros materiales naturales –mimbre, bambú, caracolas de mar…- junto con objetos de cerámica artesanal y muebles de obra, impregnan la decoración de rusticidad que, al estar combinada con el color blanco dominante y el azul, no dejan al margen la armonía, la calidez y la luminosidad que se reparte por todos los rincones de la casa.
Lo dicho, no me importaría nada poder disfrutar de escapadas de fin de semana en esta residencia. No obstante, debo tener muy presente un gran inconveniente para mí: trasladarme del Mediterráneo al Atlántico en viaje de ida y vuelta teniendo solo dos días para descansar sería una locura, ¿no crees?
¡Mecachis!, va a resultar que no es ese mi destino, aunque siempre me queda la posibilidad de disfrutarlo en sueños.