Esta hermosa casa descansa sobre una pronunciada colina de cedros con unas privilegiadas vistas al mar. Su integración con la naturaleza es perfecta, se adapta al terreno como si siempre hubiese formado parte del mismo.
Proyectada en Canadá por el estudio Splyce, quien tuvo que salvar estrictas condiciones ambientales y geotécnicas a causa de la inclinación del terrero y su accidentada orografía. Estas condiciones obligaron a ubicar el edificio en la parte este de la parcela, dejando muy poco espacio de planta construida.
La solución para ampliar el espacio de la casa consistió en construir generosos voladizos en las plantas principales, permitiendo que la vegetación nativa siga creciendo debajo y alrededor como una extensión del suelo del bosque circundante.
Esta recuperación del espacio se aprecia claramente en el comedor, que sobresale cinco metros sin apoyo, disolviéndose en el dosel del bosque adyacente gracias a las tres paredes de vidrio que lo rodean y que su vez le aportan unas impresionantes vistas al océano.
A través de su parte trasera es donde se aprecia realmente la orientación de la casa y su perfecta integración con la topografía del terreno. Asimismo se puede apreciar el movimiento del sol a través del edificio por medio de la claraboya superior.
La casa está repleta de sutiles detalles arquitectónicos que le otorgan personalidad y la embellecen, como el efecto de luz que producen su escalera sin contrahuellas o la sensación de amplitud que produce el reflejo del bosque en el espejo del baño.