Me encantan las plazas empedradas, siempre me fijo en los distintos tipos de piedra y forma tan variada de colocarla que utilizan dependiendo en que zonas de España.
Aquí en Mallorca en muchos pueblos, a la salida de las iglesias o en esos preciosos suelos de los patios dentro de los palacetes del casco antiguo. Me gusta ese toque sobrio y de rancio abolengo que refleja nuestra cultura, por eso empecé hace años a utilizarlos en decoración interior, no solo para el suelo de las duchas de obra, también para suelos de toda la casa, paredes o para remarcar otro tipo de material.
Se atribuye a los Cartagineses la realización de los primeros empedrados, pero todas las culturas que han pasado por nosotros nos han dejado gran riqueza y variedad.
Otro ejemplo es el patio con enlosado colocado al canto, es decir con la parte fina de la piedra. La utilizaban los romanos y denominaban a estos pavimentos de cantos rodados «barbaricum».
Los suelos empedrados que utilizaban en los exteriores son la solución mas funcional y además, decorativas. Soportaban el paso de animales, vehículos o personas en tiempos de lluvias, evacuaban y drenaban el terreno con rapidez y daban un aspecto de organización, riqueza y originalidad a los espacios, calles y plazas. Por suerte en algunas localidades se ha vuelto a recuperar este revestimiento.
Los pavimentos de cantos rodados a su vez, permiten el secado del suelo acabadas las lluvias. También previene de las humedades de capilaridad
Siempre buscando la innovación, nuevos y emocionantes diseños, me gusta incluir este tipo de material en las decoraciones. Son materiales recios y naturales.
No hay nada más orgánico y natural que utilizar para decorar las piedras o cantos rodados. Si buscas armonía, el ambiente del hogar cambia cuando utilizas creaciones de la naturaleza. La decoración con piedras te permitirá lograr ambientes dinámicos y resultados fantásticos.
Además si eres creyente del Feng Shui, disciplina oriental milenaria, sus nociones nos permitirán transformar el sitio en el que vivimos o trabajamos en un espacio placentero, positivo y, básicamente, sano. Para ellos son imprescindibles, ya que absorben la densidad de corrientes telúricas y fallas geológicas además de tener una conexión directa con la naturaleza.