Este fin de semana se ha celebrado en Madrid la segunda edición del DIY Show, una feria creada para la difusión del “hazlo tú mismo”, que trata de promover las diferentes propuestas a nivel nacional que se pueden incluir dentro del anglicismo Do it Yourself, y donde tanto aficionados, como aquellas personas que tienen interés por las manualidades, pueden dar rienda suelta a su imaginación, adquirir artículos con los que llevar a cabo sus propios trabajos, acudir a talleres formativos o sencillamente compartir su amor por el mundo DIY en un entorno ad hoc. Tras el éxito obtenido en su estreno primaveral en el estadio Santiago Bernabeu, esta vez la temática estaba más enfocada a la campaña navideña y el Palacio de Neptuno ha sido la grata ubicación elegida para la ocasión.
He de reconocer que salí del evento con un poso algo amargo, por varios motivos; el primero de ellos en relación al montaje expositivo. Se comprende el uso práctico de palés, aglomerados o paneles metálicos reciclados como únicos elementos para la distribución de los stands, dejando a los propios expositores la tarea de diseñar su espacio libremente puesto que se trata de una feria DIY y lo contrario hubiera sido una incongruencia. Pero en algunos de los casos habría sido necesario contar con la labor de un profesional con experiencia en escaparatismo, interiorismo o marketing que diese al conjunto cierta homogeneidad o aportara un par de apuntes de cara a mostrar los diseños y propuestas con mayor rigor.
Lanzaría una idea de cara a próximas ediciones: ya que el ámbito del Do it Yourself a nivel decorativo apenas está representado (el resultado final sería difícil de trasladar), podría ser interesante contar con los servicios de algunas personas que lo desempeñan habitualmente en su trabajo o a título personal, para elaborar un montaje adecuado que facilite la visita a la feria, ayude a potenciar las ventas y funcione como propuesta de manualidades en sí misma.
También me produjo cierta confusión el hecho de que algunos diseñadores se limitasen simplemente a exponer su trabajo y vender sus creaciones. ¿Donde está entonces el límite entre el handmade, el DIY y la artesanía de toda la vida? Es evidente que el negocio de las manualidades está viviendo un auténtico boom gracias a (o a pesar de) la crisis económica, a movimientos como el slowfood, la importancia del desarrollo sostenible, libros de autoayuda, la búsqueda de alternativas de ocio baratas, relajantes o que fomenten la comunicación…
Pero independientemente de su resurrección como hobby me consta que en la feria el curso para emprender “tu propio negocio DIY on-line” ha sido claramente el más demandado por el público, y una de las mayores sorpresas que uno se encuentra durante la visita es que la mayoría de los expositores y diseñadores apenas llega a la treintena. El emprendimiento y la autoproducción son en realidad las piedras angulares de este evento, donde el Do it yourself pasa a convertirse en un “yo me lo guiso-yo me lo como” en todas la variantes posibles:
Por ejemplo, el equipo del portal de e-commerce DaWanda ofrece su dominio web, su estudio fotográfico y amplitud de tutoriales a diseñadores jóvenes o independientes interesados en comercializar sus productos por internet, y se ocupan personalmente de subirlos a la página. La plataforma se encarga de la promoción de los artículos, gestionar las ventas y acordar los beneficios directamente con los crafters, que encuentran así una visibilidad garantizada más allá de sus contactos y aprenden a moverse en el mundo comercial.
Las chicas de RiteRite, presentes en DIY Show con su propio stand y colaboradoras habituales en DaWanda, son un claro ejemplo de cómo sacarle partido a una idea aparentemente simple y convertirla en un negocio. Además de otros accesorios decorativos, elaboran a mano chapas personalizadas que, más allá de su espíritu naif y su fabricación mecánica (dibujo a mano, vectorización, impresión en papel impermeable, traslado al formato real) se pueden convertir en logotipo para una empresa, regalo personalizado para múltiples celebraciones o en el Leitmotiv para celebrar una despedida de soltera original.
Si hubo un participante que sin duda se llevó el gato al agua en todos los sentidos fue Fitomims, un proyecto emprendedor al que es difícil encontrarle fallos; de hecho llegaban con un premio empresarial debajo del brazo, recibido la semana anterior por parte de la Diputación de Tarragona. El objetivo principal es que uno compre los ingredientes necesarios para hacerse su propia crema, fomentando un DIY cosmético fácil, barato y divertido; pero todo lo que rodea a este proceso artesanal está estudiado al milímetro, no solamente desde el apetecible diseño de packaging o el cuidado aspecto de su propia web.
Se utilizan ingredientes naturales y autóctonos para la elaboración de cada elemento a mezclar, los envases son biodegradables y apuestan por una sostenibilidad colectiva, ya que, además de potenciar el cultivo de plantas mediterráneas en la zona, colaboran en la recuperación de la Xisqueta, una especie protegida conocida como la «llama de los Pirineos”, incluyendo en el set un trozo de lana con el que envolver tu propio jabón y cuyas propiedades otorgan acciones exfoliantes e hidratantes. Desde la web realizan además una labor formativa sobre la procedencia y usos beneficiosos de cada planta, reinvindicando al mismo tiempo la importancia de los oficios tradicionales del entorno rural. Era casi imposible no enamorarse de la propuesta, sobre todo porque en este caso particular el concepto Do it Yourself está elevado a la máxima potencia al definir el proceso creativo implícito de principio a fin.
La otra peculiaridad de la feria se encontraba en el ámbito gastronómico. Si la primera edición destacó por la fiebre de los cupcakes y las galletas horneadas, en esta ocasión los utensilios de cocina multiusos han sido los grandes protagonistas. Lo curioso es que el “hazlo tú mismo” ya no se limita a la cocina decorativa pura y dura, sino al hecho de aprender a elaborar artesanalmente tu propio pan, queso, cerveza, embutido… La web de Cocinista es una de las más completas si uno desea cocinar de manera diferente, aportando una amplia enciclopedia de referencias, numerosas recetas DIY y comercializando kits para iniciarse hasta en “cocina molecular”, ese misterioso método que los grandes chefs del mundo han convertido en arte culinario.
En resumen, esta última muestra del DIY Show ha sabido abrirse a nuevas disciplinas, ha dejado constancia de su relevancia en el mercado 2.0 y la gran afluencia de público asistente probablemente haya garantizado la celebración de una próxima edición, pero quizá le convendría centrarse en los detalles técnicos, redistribuyendo a los expositores por áreas temáticas o conceptuales para que la diversidad de las propuestas eviten la sensación de bazar que uno siente durante la visita. En cualquier caso una de sus mayores virtudes es la de potenciar la creatividad como valor seguro para emprender un proyecto, sobre todo si uno ama lo que hace y nunca deja de ser fiel a sí mismo; en ese sentido, ¡un diez!