¿Cuántas veces has salido a pasear por el campo y has acabado recogiendo flores para hacer un ramo? La inspiración para darle un toque de vida al salón u oficina puede surgir en cualquier esquina, escondida en cualquier rincón. Basta con una sencilla combinación de flores y plantas para rejuvenecer nuestros espacios y darles una personalidad única. Un caos ordenado que Semilla Salvaje quiere llevar a casa de los madrileños.
Semilla Salvaje es una idea distinta de floristería online, una apuesta por lo orgánico, por capturar en una creación lo salvaje de la naturaleza mezclando flores de siempre con algunas más desconocidas y exclusivas, en composiciones originales de edición limitada. Su fundadora, Irene Rodríguez, se ha propuesto crear desde lo diferente, trabajando con huertos de flores del entorno más cercano y con materiales reciclables a los que se les puede dar otro uso. Porque atrapar la naturaleza en su momento más fresco también significa respetarla.
El proyecto nace de varias circunstancias que se dieron en la vida de su creadora: el amor por el color, el contacto con la cultura francesa y su pasión por la floricultura y, sobre todo, el nacimiento de sus hijos, que orientó su vida hacia la cultura slow y el trabajo artesanal. Así, “poco a poco, entre pañal y pañal”, la Semilla empezó a brotar en 2017 con el sueño de traer una nueva cultura y concepto floral a Madrid, como la que se da en la Ciudad de la Luz o en los jardines de las casas de la campiña inglesa. En la base de todo está el compromiso por democratizar las flores; poner al alcance de cualquiera su lenguaje íntimo y dar color al entorno que nos rodea.
Los productos estrella de Semilla Salvaje son los ramos semanales, que cada semana se crean en edición limitada, combinando las flores de siempre con otras más desconocidas, cultivadas en huertos de las proximidades de Madrid y en otros lugares del mundo, con materiales a los que después dar una segunda vida, un toque funky y mucho mimo. La floristería también está especializada en composiciones de flores silvestres secas, hechas con aquellos elementos que no se han usado en otras creaciones. Con la idea de reducir, reciclar, reutilizar, se busca generar los mínimos desperdicios posibles para apostar por la sostenibilidad del planeta.
Desde su creación, la floristería ha establecido vínculos con marcas y proyectos con los que comparte conceptos y valores como La Casita de Wendy, Sunad o las tiendas Los Modernos y Mr. Ripley en el Rastro de Madrid.