La propietaria se enamoró a primera vista de esta antigua propiedad del siglo XVIII. Esta encantadora masía en el Ampurdán, en Girona, refleja la armoniosa combinación de lo antiguo con lo moderno a través de amplios arcos, vigas de madera pintadas, antiguos muebles y exquisitos detalles que crean un ambiente cálido, romántico y elegante.
La propietaria la compró con la intención de rehabilitarla y conservar su esencia rústica de casa de campo gracias a los pavimentos, muros y los emparrados. Contó con el asesoramiento del interiorista Pepe Cortés para decorar los 157 metros cuadrados de los que dispone la casa.
Los arquitectos Lluis Auquer y Ferrán Prats rehabilitaron la vivienda utilizando los principios de arquitectura ecológica que reutiliza materiales tradicionales del entorno. Liberaron e iluminaron los interiores aprovechando las bóvedas, envigados y carpintería existente. Estucaron las paredes con mortero y las pintaron con pintura natural a la cal con pigmentos que, mezclados con aceite de linaza, dieron color a las carpinterías.
Los tres arcos con tres bóvedas encadenan el recibidor, el salón y un comedor, la cocina con zona de paso de servicio y un aseo. En la planta primera se encuentran los tres dormitorios y dos baños que se comunican con la terraza.
El interior está decorado con colores cálidos y muebles antiguos o de época. El dormitorio principal se asoma a la zona chill-out de la terraza.
Las bóvedas, las paredes, el suelo de toba…,todo se ha recuperado con materiales y técnicas de la zona.
Una hiedra multicolor cubre la pérgola y las paredes del porche que hace las veces de comedor en verano.
Un sueño para muchos es poder vivir en una casa de campo y el de la dueña de esta masía lo ha hecho realidad. “La casa tiene una luz increíble y unos espacios únicos, maravillosos, de los que estoy muy orgullosa” comenta la propietaria.
Imágenes vía El Mueble