Las Fallas de Valencia y la llegada de la primavera son dos acontecimientos simultáneos que únicamente se producen en esta ciudad. Dos manifestaciones que coinciden en derroche de luz y perfume, y a las que, además, la fiesta valenciana añade música, fuego, arte escultórico y pictórico, diversión, emoción, belleza femenina, buena comida; en definitiva: dos espectáculos en uno, en vivo y en directo y a pie de calle. ¿Qué más podemos pedir?
A ojos de los foráneos, esta fiesta tan popular puede resultar, además de ruidosa y animada, una muestra irracional de derroche económico en tiempos de crisis; sin embargo, se ha comprobado que, en el momento en el que se ven inmersos en la vorágine festera, olvidan sus recelos y disfrutan del ambiente fallero como un valenciano más, apesar de sentir cierto temor y sorpresa frente al generoso alarde de pólvora que se realiza en algunos actos.
El monumento fallero es el elemento más importante de la fiesta. Gracias a él, el espíritu artístico se esparce por todos los rincones de la ciudad y pueblos cercanos a ella. Cada barrio presume de su falla por sencilla y discreta que sea, con más motivo aun si cabe, en caso de que esta consiga algún premio concedido por la Junta Central Fallera, compensando de esa manera los esfuerzos y quebraderos de cabeza que ha sufrido cada comisión desde el momento en que planificó el nuevo proyecto hasta verlo plantado en la calle al año siguiente.
Y para que la fiesta resulte perfecta, los valencianos no escatimarán esfuerzos en conseguir que sus fallas sean expuestas y admiradas en la calle durante cuatro días, tras los cuales estas arderán irremediablemente entre las lágrimas de unos y los aplausos de otros, sabiendo que el fin no llega con los ninots reducidos a cenizas por el fuego, sino que, en breve, los falleros volverán a trabajar con la ilusión puesta en la falla del próximo año.
A continuación, os muestro unas fotografías en las que podréis apreciar la complejidad y laboriosidad que conlleva el montaje de los monumentos falleros y que gracias a la generosidad, en el sentido más amplio de la palabra, de los que aman la fiesta fallera, hemos de agradecer que esta puede celebrarse un año tras otro para el disfrute de todos. ¡Benvinguts a les Falles!