Antes de poner un pie en el interior de la Iglesia de san Nicolás de Valencia, uno debe ir preparado para saborear con admiración los frescos que va a descubrir, aunque, con anterioridad, ya haya visitado El Vaticano en Roma.
Es innegable el impacto visual que provocan los frescos restaurados de la iglesia valenciana. Sobre una superficie cercana a los 2000m² de bóvedas, nervios y columnas, Dionís Vidal (Valencia c. 1670- Tortosa, después de 1719) realizó el proyecto concebido por el reconocido artista Antonio Palomino, a quienes podemos descubrir charlando discretamente en un discreto ángulo cercano al rosetón.
En sus orígenes, el local era lugar de culto romano y posteriormente, pasó a ser mezquita e iglesia católica, época en la que volvió a transformarse revistiendo sus muros góticos con la ornamentación característica del Barroco, detalles que han aflorado nuevamente gracias a una profunda y costosa rehabilitación, 4’7 millones de € sufragada íntegramente por la fundación privada de Hortensia Herrero, vicepresidenta de Mercadona.
En este caso que nos ocupa, no se pretende comparar la obra capital de Dionís Vidal con la del inmortal Miguel Ángel; sino, que lo destacable es conceder al templo el mérito artístico que posee y de reseñar el efecto cautivador de sus colores recuperados, además de reclamar en su favor la dificultad de pintar 1.904 m² de superficie muy irregular frente a los 800 de la capilla de la Basílica del Vaticano.
Este fue uno de los principales argumentos que Pilar Roig, catedrática e investigadora del Instituto de Restauración de la Universitat Politècnica de València y responsable de la restauración, esgrimió para respaldar el trabajo de todo el equipo participante en este laborioso proyecto. Labor que el propio Gianluigi Colallucci, restaurador de la obra de Miguel Ángel, ha conocido in situ y ha alabado abiertamente sin reservas.
Cabe añadir como información técnica y científica que en la recuperación del templo, se han empleado técnicas de restauración que “abren nuevos caminos para la investigación en este campo, como la limpieza mediante microbacterias no patógenas alimentadas en laboratorio [que eliminan una parte de la suciedad más incrustada en la pintura] o el láser”, según apuntó Pilar Roig.
Debemos mencionar también el carácter narrativo de los frescos. La nave está dividida conceptualmente en dos secciones: una de ellas nos muestra la vida y milagros de San Nicolás, del que se cree que sacó de la miseria a un padre y de la prostitución a sus tres hijas, ayudándoles anónimamente con donativos económicos, lo que dio origen al mito de Santa Claus; y la otra, la historia de San Pedro Mártir. Son los dos santos a quienes está dedicada la iglesia. Además de estos dos santos, en esta parroquia valenciana existe una gran devoción a san Judas Tadeo, por la cual, todos los lunes, los fieles acuden masivamente al templo para pedirle que interceda en la solución de asuntos difíciles y desesperados. En su capilla se muestra el lienzo con la santa Faz de Cristo reflejada en la Sábana Santa, que san Judas porta en sus manos. Los fieles suelen tocar el medallón del Santo que se encuentra en el lado derecho de la capilla y rezar una oración en su honor.
Espero que las imágenes que acompañan este texto sean lo bastante atractivas para despertar vuestro interés por disfrutar de ellas en vivo y en directo. Una escapada a Valencia bien merece la pena para conocer esta joya del barroco valenciano.