¿Qué sabrías decir si te preguntaran por una escalera? ¿Te has parado alguna vez a admirar una o a disfrutarla? Todas ellas tienen características que las hacen únicas, solo necesitamos aminorar nuestro ritmo y descubrirlas.

La escalera es la pieza arquitectónica más antigua que se conoce. Los clásicos la consideraban como una conexión entre el cielo y la tierra, un elemento que permitía la ascensión hacia la divinidad; sin embargo, fue ideada como solución a un problema concreto: el cambio de altura.

La escalera no es un elemento que únicamente nos permite subir y bajar, pues su diseño no consiste en una sucesión de tablas, sino que en él se refleja todo un trabajo arquitectónico y artístico. 

Al tiempo que nos preocupa la elección de los materiales idóneos para su construcción, también nos importa mucho la ubicación y la estética. Ya sean de caracol, empinadas, cuadradas, lineales o incluso retorcidas, todas atraerán la atención de los espectadores y usuarios. 

En definitiva, es y será un accesorio arquitectónico muy necesario que, en la mayoría de los casos, puede incluso revalorizar la obra.

En sentido figurado, podríamos decir que la escalera es el corazón del edificio, el elemento que lo llena de vida, que facilita la circulación entre espacios, un desafío que nos permite cambiar de nivel; una sugerencia a investigar lo desconocido.

Llegados a este punto, ¿te atreves a descubrir el secreto que esconde tu escalera?