Siempre estamos hablando de la belleza en las casas, en los jardines, en los restaurantes… pero, ¿Qué hay de la magia y la belleza que nos regalan las ciudades, los paisajes? Hay algunos lugares que no necesitan decoración extra para que sean una auténtica belleza por si solos. Lugares que, vayas cuando vayas, te atrapan y te retienen para no soltarte jamás.
Laponia es, por excelencia, ese lugar. Ya no solo por estar rodeada de nieva que la convierte en un paraíso blanco y puro, sino también por su vegetación, por sus árboles, sus animales, sus pequeñas cabañas e, incluso, por su frío. Y es que, todo el junto, hacen que sea una de las ciudades más visitadas y admiradas, ya sea en invierno o en verano.
Pero, lo que está claro, es que es un paisaje de película. De esos en los que te quedarías de por vida, admirando todo lo que te rodea, sin poder dejar de pensar y soñar con que, mientras estés rodeado por todo eso, nada malo puede pasar.