Dado que soy una fan incondicional del ambiente rústico, siento una fuerte atracción hacia las viviendas rodeadas de plena naturaleza y en cuya decoración predominan los elementos naturales como la piedra o la madera. Si, además, combinamos mobiliario rústico y vintage, entonces nos aproximamos al ideal de casa donde pasaría largas temporadas a modo de refugio privado.
Pues bien, esta casa a orillas de un lago en Suecia, como no podría ser de otra forma, reúne gran cantidad de los requisitos que pido; sin embargo, como nada en la vida es perfecto, esta residencia no iba a ser una excepción. Enseguida sabrás a qué me refiero.
“Ni tanto ni tan calvo”, solía decir mi abuela cuando me pasaba con la cantidad de azúcar que yo añadía mientras le ayudaba a preparar un dulce. Y estas palabras, precisamente, vinieron a mi mente al descubrir el interior de esta propiedad. Creo que la decoración resulta excesiva para mi gusto. Demasiado barroca, hablando en términos artísticos o literarios.
Tal vez, el resultado se deba a la acumulación de objetos con valor sentimental para sus propietarios y sean muchos los que han ido acumulando a lo largo de su vida o, quizá, se deba a que son clientes asiduos de las tiendas de antigüedades. Sea un motivo u otro la razón, lo que es innegable es que la decoración no es nada común. Prueba de ello es uno de los dormitorios con aspecto de “atelier” o el baño con jacuzzi en el que una de las paredes es parte de la misma montaña a la que está adosada la casa. Original, sí que lo es.
En general, podríamos afirmar que la mayoría de las estancias parecen el escenario de una casa de principios del siglo pasado. Algo similar a pasearse por un museo etnográfico sin guía.
No obstante, no pretendo ser negativa respecto al estilo de la vivienda, pues también he de confesar que en ella he descubierto objetos que me encantaría tener en mi casa: la bañera con patas, la báscula de la cocina, los sillones de mimbre de la terraza, la lámpara de sala de billar que aparece sobre el fregadero, la mesa de mármol y hierro forjado del porche, el baúl frente a la chimenea… en fin, un montón de cosas que no voy a enumerar por no aburriros.
¿Y qué me decís de la terraza y el porche como mirador donde la luz se cuela a raudales; del baño exterior junto a una pared de roca, de las vistas sobre el lago? Todo es deseable y envidiable. La vegetación exuberante y además reforzada por la cantidad de plantas cultivadas en macetas, numerosas piezas de mobiliario que invitan al descanso dentro y fuera de la casa. Como ya he dicho antes, se trata de una vivienda especial y muy original, llena de personalidad y carácter.
¿Y a ti qué te parece? Si te gusta, añadiré que esta propiedad está en venta, ¿se ajusta a tus gustos y condiciones?