Scott Burdick, al que bien podríamos llamar retratista de la sencillez, nació en Chicago, Estados Unidos, en 1967 y, ya de bien pequeño, sus padres descubrieron sus grandes aptitudes para la pintura y le animaron a que las desarrollará artísticamente a pesar de que por razones personales tuviera que pasar mucho tiempo en el hospital escayolado y con muletas.
Una vez en el instituto, tomó clases de pintura en la American Academy of Art que por aquel entonces estaba bajo la dirección de Bill Parks y fue él quien le transmitió el entusiasmo y la disciplina necesarios para mejorar sus aptitudes.
Después de terminar su preparación en la Academy, Burdick continuó sus estudios en el Palette and Chisel Art Club, donde conoció a su esposa, Susan Lyon, con la que ha compartido desde entonces su amor por la pintura.
Burdick nos confiesa que toma sus ideas e inspiración para pintar de todas partes : «Lo que hace que un sujeto me resulte atractivo son las mismas cosas que nos atraen a todos. La belleza de una chica, la personalidad de un rostro marcado por los efectos del clima; la soledad de una granja al atardecer o, incluso, la particular historia que se esconde detrás de algo o alguien que la convierte en interesante”.
Asimismo, cree que la misión de un artista está en reconocer esto cuando lo tiene frente a sus ojos, analizar el porqué y emplear sus habilidades técnicas para transmitir esos sentimientos a alguien más. Añade que algunas de sus pinturas son tan simples como detenerse ante la vista de algo interesante, mientras a otros puede llevarles más tiempo esa búsqueda de inspiración que el simple acto de pintar.
En la actualidad Scott y su esposa viven en una zona rural de Carolina del Norte. Rodeados de bosques y a los pies de las montañas apalaches, su casa es el lugar perfecto de descanso para ellos después de muchos viajes a través de todo el mundo buscando un motivo para pintar.
«Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla»
Confucio