Tom Stuart-Smith es uno de los paisajistas y jardineros británicos más reconocidos del mundo; valorado principalmente por su marcado contraste entre el formalismo y el azar: Cuando interviene en un espacio es consciente de que está añadiendo una capa más a la particular historia de ese lugar y la respeta, en un diálogo con la naturaleza donde yuxtapone elementos con sutileza y discreción, pero con detalles que aporten rotundidad y creen diferentes experiencias emocionales.
Ese contrapunto entre la aparente irregularidad naturalista (posible herencia de John Ruskin) y una estructura formal repetitiva de aspecto sencillo (que no minimalista) son su seña de identidad, además de la mezcla de materiales y texturas que potencia gracias al uso de plantas silvestres y elementos escultóricos abstractos.
Ha sido ganador en 10 ocasiones del Chelsea Flower Show (uno de los principales eventos del sector), donde ha presentado alguna de sus más laureadas composiciones: La primera fue un homenaje a Coco Chanel de la mano de Karl Lagerfeld (repleta, como no, de gardenias blancas), y una de las últimas este jardín contemporáneo de la imagen inferior denominado Laurent-Perrier, con el que participó en la edición de 2010.
A Stuart-Smith le gusta jugar con la pátina de la piedra natural o la rusticidad del acero cortén para remarcar el color de las flores o la curvatura suave de los arbustos; sus jardines están pensados para el disfrute y la libertad de acción, sin marcarle al cliente un recorrido específico a seguir.
En verano de 2011 el Garden Museum de Londres celebró una exposición sobre su trayectoria creativa titulada Planting Paradise, donde se mostró su trabajo a través de fotografías, vídeos y planos en planta. En ella el público tuvo la posibilidad de observar algunos de sus trabajos para clientes particulares, como el County Durham de la imagen superior o la intervención que realizó en Windsor en 2002 durante el Jubileo de la reina Isabel II, donde convirtió un antiguo aparcamiento de coches en la entrada principal del castillo, con un estilo continuista que no invade el pintoresquismo propio de los jardines reales y mantiene sus tradicionales parterres.
Su consejo para los aficionados a la jardinería o aquellos jóvenes que quieran dedicarse al paisajismo es muy simple: Eliminar las malas hierbas, pensar a largo plazo y no temer al riesgo de experimentar y cometer errores, ya que según él «es increíble todo lo que la naturaleza puede llegar a perdonar».