Uno de mis sueños favoritos ha sido siempre tener una casa en el jardín para mí sola, pero, claro, para que esto pudiera hacerse realidad mi casa debería tener jardín y no ha sido así nunca. Mis circunstancias personales me han obligado a vivir en la ciudad en un apartamento que no ha superado los 120 metros cuadrados, de manera que disfrutar de un espacio privado en el jardín me ha resultado totalmente imposible.
Es por eso que al ver proyectos que tratan de mi sueño irrealizado, me recreo un poco viendo las imágenes y dejo que mi imaginación vuele dentro de esos refugios para experimentar la privacidad soñada por unos momentos. Esta vez, quiero ser generosa y compartir con vosotros mi ilusión; bueno, mi doble ilusión, pues son dos estupendos ejemplos de casas en el jardín los que os mostraré a continuación.
El primero, fue bautizado por su propietario como shoffice (mostrar + oficina). Es una casa de jardín que contiene una pequeña oficina junto a un espacio de recreo. Está situado en la parte trasera de una casa adosada de los años 50 situada en St John’s Wood, distrito noroeste de Londres. Una de las condiciones que puso el propietario a los encargados del proyecto –Platform 5– fue que la shoffice fuera concebida como un objeto escultórico que fluyera armónicamente en el jardín.
Como véis, el espacio de oficina acristalada se incluye en una especie de cáscara de madera elíptica que recuerda a una viruta de madera que se despliega para formar una pequeña terraza en el jardín. El interior está forrado de roble y equipado con un escritorio y almacenamiento voladizo. Dos claraboyas –una situada encima de la mesa y otra abierta al cielo fuera de la oficina– permiten la entrada de luz natural en el espacio de trabajo.
El segundo proyecto fue realizado por el Grupo Core de Atlanta como un encargo del escritor Eric Fier para emplazarlo en su jardín. Dado que la construcción no dispone de sistema de fontanería, está catalogada como una estructura accesoria en la propiedad, lo cual hizo más fácil la obtención de permisos de construcción.
Las paredes exteriores están revestidas de ciprés quemado usando una técnica tradicional japonesa. Los tablones de ciprés se calientan con un soplete hasta que adquieren un color negro que, posteriormente, será pulido con un cepillo de alambre para eliminar las áreas carbonizadas. De este proceso resulta un veteado intenso con un acabado en dos tonos que también es resistente a la intemperie.
Como Fier quería poder sentarse en el porche sin mojarse con la lluvia, pidió a los arquitectos que su refugio tuviera también grandes salientes a modo de cobertizo protector. Asimismo, la cubierta trasera crea un espacio más privado, puesto que está encarada hacia una densa arboleda de pinos, abedules y árboles de hoja perenne.
El interior de 135 metros cuadrados, se divide en tres zonas: una acristalada en la zona de relajación con el sofá, un área de trabajo y de estanterías más cerrada y con menor distracción y otra de observación en el porche encarada hacia la entrada. Además, el estudio cuenta con acceso a la azotea por una escalera metálica exterior, lo cual permite una mayor privacidad y la posibilidad de ver y no ser visto. ¿Interesante, verdad?
Bueno, a la vista de estos estupendos ejemplos, ¿pensáis también que este sueño seguirá así, siéndolo, por mucho tiempo? En mi caso, mucho me temo que sí.