Cualquiera que recorra las calles de una ciudad puede toparse hoy en día con un muro, una fachada o la persiana de un establecimiento pintados o garabateados con aerosol. Algunos pueden pensar que más que un ejemplo de arte urbano, estas “pintadas” se asocian al acto vandálico de gamberros poco respetuosos con la propiedad ajena.
Muchos de los que opinan así ignoran que algunas obras se realizan de forma totalmente legal, con permiso de los propietarios, y que los antiguos romanos ya se expresaban de esa forma cuando escribían con un punzón en tablillas de cera o lo hacían también sobre columnas o muros dejando sus mensajes para que otros los leyeran.
Esa misma idea debió de tener Jack el Destripador cuando escribió en la pared con la sangre de una de sus víctimas un mensaje que la policía borró inmediatamente por considerarlo antisemita o cuando un soldado americano de la II Guerra Mundial, por dondequiera que pasaba, escribía como recuerdo junto a un garabato “Killroy was here”.
Es evidente que la visión que tenemos de los grafitis ha cambiado mucho desde entonces y en la actualidad, cuando vemos “una pintada” en una pared o una valla al borde de la autopista pocos son los que piensan que eso es un ejemplo de expresión de arte urbano.
En nuestro país este modo de comunicación visual no convencional tuvo su despegue en los 80 a raíz de la movida madrileña y de allí se extendió rápidamente por el resto de ciudades, unas veces asociado a la cultura hip hop americana y otras, identificado con un movimiento de tintes políticos y rebeldes que lo emplea para expresar su descontento con las decisiones políticas o las convenciones sociales.
Lo que sí es evidente es que, nos guste o no, esta “moda” está ya afianzada entre nuestros jóvenes, tanto chicas como chicos, y que muchas de sus obras resultan tan complejas que requieren de un mayor conocimiento para descifrar los mensajes ocultos que encierran.
Os dejo aquí una pequeña muestra fotográfica de los variados ejemplos que podemos encontrar en nuestras calles. Espero que os sirvan de estímulo para, al menos, despertar el deseo por descubrir esos mensajes ocultos que os he mencionado.
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