Si un vecino o un amigo te dice «hoy toca pintar la habitación» o «voy a pintar la valla del jardín», les imaginamos embadurnados de pintura y dándole a la brocha o al rodillo. Pensamos, no sin cierta lógica, que pintar es simplemente eso, la propia aplicación. Pero nos olvidamos de muchas otras variables, trabajos y procesos que pareciendo secundarios o accesorios son fundamentales para que el resultado (que es lo que importa) sea el mejor posible. La primera pregunta que nos debemos de hacer es tan simple como lógica: ¿hoy es un buen día para pintar?
El primer paso para pintar es saber si las condiciones ambientales son óptimas para llevar a cabo la tarea sin que estas echen por tierra todo el trabajo. NO SIEMPRE SE PUEDE PINTAR O MEJOR, NO SIEMPRE SE DEBE PINTAR. Si no seguimos unas normas de aplicación las condiciones ambientales y meteorológicas nos pueden jugar una mala pasada. Cuando vayamos a pintar en interiores y especialmente en ambientes exteriores debemos de estar prevenidos y conocer las condiciones en las que vamos a realizar la tarea (temperatura, humedad, predicción meteorológica, etc.). No hablamos de ser minuciosos hasta el extremo, sino de conocer si las condiciones van a ser las óptimas para que la pintura se comporte como se debe de comportar. Por ello describimos las condiciones bajo las cuales NO RECOMENDAMOS PINTAR:
– Temperaturas por debajo de 5º ni por encima de 40º. Las condiciones extremas de temperatura (excesivo frío o calor) son fatales para que el producto responda a la cubrición, aplicabilidad y resistencia. Por ello siempre hemos oído que la mejor época para pintar es la primavera o el comienzo o final del verano. Te en cuenta además que la temperatura en estos meses ya posibilita un secado rápido en exterior y en interior.
– Humedad. Si vemos que la humedad relativa es muy alta (superior al 70%) tampoco se cumplirán las condiciones para iniciar el trabajo. La excesiva condensación en ambientes interiores o bien el trabajo de pintura en exterior en días con humedad alta tampoco favorecen para nada un resultado aceptable.
– Lluvia. Parece obvio pero empezar a pintar en exterior en un día que amenaza lluvia puede resultar un auténtico desastre. Si comienza a llover y la pintura no está perfectamente seca… tendremos un grave problema y casi con toda seguridad habrá que comenzar de nuevo otro día todo el trabajo. En interior no habrá problema para pintar, pero el tiempo de secado aumentará considerablemente.
– Excesivo viento. Además de la lluvia y el excesivo calor si tenemos mucho viento en exterior corremos el riesgo de que la pintura seque excesivamente rápido, pero solo superficialmente con lo que puede cuartearse.
TE RECOMENDAMOS
– Mirar la previsión meteorológica y huir de días excesivamente calurosos o excesivamente fríos, días lluviosos… La primavera es buen momento para pintar pero recuerda que también el tiempo es más cambiante (sobre todo para exterior).
– Comienza la jornada temprano. Te permitirá disponer de más tiempo y margen para posibles retrasos e inconvenientes. Comienza a pintar a primera hora del día o bien a última (en días de verano calurosos) pero ten en cuenta que la luz natural no será la misma. Tener a mano luz artificial siempre será positivo para detectar imperfecciones y realizar repasos con seguridad.
– Planifica el trabajo. Ten a mano todo el material y calcula el tiempo que te va a llevar aproximadamente por si cambian las condiciones climatológicas.
– Piensa que pintar es el último trabajo y antes hay que realizar otros igual de importantes (ordenar y tapar, preparar, reparar, etc.)
– No iniciar un proceso (por ejemplo reparar una pared) al atardecer o con poca luz si vemos que no tenemos tiempo de sobra o luz suficiente. Aplica el sentido común y ten en cuenta que el refrán «no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy» es totalmente cierto, pero no lo es menos que empezar tarde o en malas condiciones ambientales un trabajo de pintura asegura un resultado pobre.