¡Destruir las molduras es un crimen en París! Esta frase tan contundente escrita por la mujer “it” del momento, Inés de la Fressange, en su guía de estilo en la sección «La Parisina en su nido» se hace realidad en esta vivienda situada en el bulevar de Malerherves en París.
Dar sentido a que cada vivienda tiene su encanto y renovarla por completo hace que su historia se pierda, es algo difícil de encajar en esta sociedad en la que se nos invita a consumir y renovar lo material cada poco tiempo. Algo tan en desuso como es una moldura en una vivienda, bien tratado, puede llegar a ser un elemento con personalidad propia y muy actual para un proyecto.
Toda esa suntuosidad y riqueza que representa una moldura, viene neutralizada de dos maneras, mediante la pintura blanca y el suelo de parquet con acabado natural. El complemento para que la vivienda se considere contemporánea es el uso de líneas rectas y colores neutrales en mobiliario y decoración. Los materiales nobles serán la guinda para obtener un buen resultado en un proyecto.
Cabe destacar la manera tan original de resolver el mobiliario de concina, al no llevar el armariaje superior hasta el techo da la sensación de que se sustenta en un estante de mármol, algo poco común en diseño de cocinas.
Bajo mi punto de vista este proyecto es lo que comúnmente denominamos un proyecto de revista. Se crea una necesidad de vida en el proyecto, no hay color, ni objetos que no sean cuadros y estatuas pensados para el lugar. Falta diversión y objetos personales de las personas que viven ahí.
Todos tenemos algún objeto en casa que llevamos siempre con nosotros porque tiene un gran valor sentimental o, en su defecto, porque un familiar que nos aprecia nos lo ha donado desde el cariño y no somos capaces de deshacernos de él.
Ese tipo de cosas son las que convierten un proyecto impersonal en un lugar único y con carisma, el de sus habitantes.