Después de su formación como ilustrador, Paul Wright ha pasado los últimos catorce años desarrollando un lenguaje pictórico con el que busca capturar una vitalidad más profunda que el establecimiento de una mera «semejanza» con el tema. Para él, antes de que sea la simple identificación del sujeto lo que atraiga la atención del espectador, es más importante que este intuya el carácter del individuo representado.
Durante años, organizaciones públicas y privadas han encargado a Wright trabajos para formar parte de sus colecciones, la mayor parte de ellas, retratos; no obstante, también ha realizado trabajos sobre otros temas.
La maestría de Paul es ampliamente reconocida y apreciada. Es por ello que durante el último año ha sido incluido por primera vez en The BP National Portrait Award que tuvo lugar en la National Portrait Gallery de Londres. Para esta ocasión, Wright escogió un retrato de su íntimo amigo Ian, que, a pesar de sus pequeñas dimensiones, es excepcionalmente poderoso en contenido. Con él, Paul nos muestra su magistral técnica: atrevida, con gruesas pinceladas que aplica sobre el lienzo con seguridad y economía haciendo gala de una rica paleta de colores al tiempo que crea una textura maravillosa.
En su obra, el estilo no anula el contenido; sin embargo, sí acentúa la personalidad y el estado de ánimo del sujeto. Asimismo, consigue que el espectador sea llevado a un mundo privado donde imagine los más íntimos pensamientos del personaje retratado; tarea que, en ocasiones, no resulta fácil, ya que los espacios en que habitan los sujetos son a menudo indeterminados y tan solo proporcionan un ambiente que acrecienta la ambigüedad del estado psicológico del retratado.
Al plasmar al personaje, Paul dirige su atención desde el rostro a su aspecto general, tratando de descubrir otros rasgos en el atuendo del personaje, en especial, en sus zapatos o botas. La forma en que Wright plasma las arrugas de unas botas bastante desgastadas o los pliegues o manchas de un mono de trabajo conduce también al espectador al mundo privado e íntimo del retratado.
Por último, cabe añadir que no todos sus lienzos son pequeños y, quizás, como un medio para desmarcarse de la intensidad del retrato, Wright se ha embarcado en una serie de paisajes de cielos nublados. Este tipo de trabajo al aire libre proporciona al artista una oportunidad para «cambiar de aires» y para aplicar su técnica y colorido a nuevos temas totalmente diferentes.